HÉCTOR ROSAS PADILLA (Cañete,
1951). Estudió periodismo en la Universidad de San Marcos de Lima. Es autor del
poemario CUADERNO DE SAN FRANCISCO (2009), y del libro de ensayos LA EDUCACIÓN Y
LOS HISPANOS EN LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA (2010). Escribe para revistas de
California y otros países. Ha obtenido importantes premios en las áreas de la
poesía y la fotografía. Figura en varias antologías poéticas mundiales.
Es miembro del comité editorial de la revista literaria peruana SOL & NIEBLA que dirige el poeta Juan Carlos Lázaro. Actualmente radica en California.
Es miembro del comité editorial de la revista literaria peruana SOL & NIEBLA que dirige el poeta Juan Carlos Lázaro. Actualmente radica en California.
¿SON EXITOSOS SÓLO LOS QUE MÁS DINERO TIENEN?
Por: Héctor Rosas Padilla
(Periodista y
escritor peruano)
“Los
estudios son la llave del éxito”. Esto es lo que empezamos a escuchar desde que
teníamos uso de razón. Nuestros padres y maestros nos lo repitieron tanto que
esta frase se convirtió en un disco rayado. Y cuando no lo escuchábamos de boca
de ellos, lo leíamos en algunos textos de lectura o nos lo decían aquéllos que
podían lucir su título profesional en las paredes de sus oficinas alfombradas.
Impulsados
por ese dicho, algunos tratamos de ser los mejores en la escuela y, después, en
la universidad. Y nos graduamos convencidos que “los estudios son la llave del
éxito”.
Pero
el tiempo nos ha hecho ver que no todos los que obtienen un título profesional,
en nuestros países, llegan por una u otra razón, a ejercer su profesión. Y a no
todos los que ejercen su profesión les sonreirá la fortuna.
Son
pocos los que, honesta o deshonestamente, conocerán la abundancia o llevarán
una vida sin apremios económicos. Y son contados, en nuestra sociedad, los que
recibirán el calificativo de “hombres de éxito”. Esto dependerá mayormente del
volumen de dinero que lleguen a acumular y no del volumen de conocimientos que
lleguen a tener.
Primera pregunta: ¿Los estudios son o no la
llave del éxito? Más de uno ha dicho que “los estudios no son la puerta del
éxito”. Por ejemplo, el español Salomón Aguado, ganador en el 2001 del Primer
Premio Nacional Fin de Carrera al Mejor
Expediente Académico. “Sin embargo, sin estudios las puertas no se abren
fácilmente”, remarca en su blog Educadores 21 el profesor español Víctor
Cuevas. “¿Contradicción? En absoluto,
los estudios son una condición necesaria pero no suficiente. Se necesitan
habilidades personales, inteligencia emocional, capacidad de sufrimiento,
perseverancia y, quizás, suerte. Una suerte que tienes que forjarte para poder
estar en el sitio oportuno en el momento oportuno”, manifiesta.
Como podemos ver, los estudios no lo son todo
para triunfar, pero son necesarios, muy necesarios en estos tiempos, como la
espada para el guerrero, para defenderse en el caso de ser atacado o para
movilizarse con más tranquilidad en las zonas de peligro, o para no ser presa
fácil del enemigo. “Generalizar la promesa de la educación en nuestro país es
una de las necesidades más apremiantes, ya que en la economía mundial, en la
que la destreza más valiosa que se puede comercializar es el conocimiento de
los individuos, una óptima educación no es ya una manera de encaminarse hacia
la oportunidad, sino el requisito fundamental para que éste se materialice”, ha
manifestado el Presidente Obama.
Definitivamente, con los estudios hay más
posibilidades de progresar y de alcanzar
el éxito de una manera más eficaz. Por eso, no tomemos muy en serio a Soichiro
Honda cuando dice: “Un diploma es menos útil que una entrada de cine. Con una
entrada de cine uno puede al menos entrar en la sala de cine y pasar una buena
velada; pero con un diploma, no se está muy seguro de poder entrar en la vida”.
Segunda
pregunta: ¿Está el éxito necesariamente en lo económico? Al parecer eso es lo
que creen aquéllos que le dan poco o ningún valor a la educación, como Soichiro
Honda, por ejemplo. Aquéllos que piensan que el dinero lo es todo en la vida,
que es la mejor tarjeta de presentación,
que nada o muy poco se puede hacer sin él
y que con dinero se puede comprar conciencias y votos, y también títulos
profesionales.
¿Por
qué se piensa que el éxito lo da el dinero? La respuesta es muy sencilla:
Porque eso es lo que se escucha en nuestras sociedades tan metalizadas que el culto más generalizado es al dinero. Porque eso es lo que hacen ver los medios de comunicación, al poner como
modelos de personas exitosas, entre otros, a magnates, artistas y deportistas
que ganan lo que muchos profesionales jamás podrán acumular en toda su vida. También porque eso
es lo que trata de grabarnos en la mente esta sociedad en la cual todo gira
alrededor del dinero, en la cual se da un valor al individuo de acuerdo a lo
que tiene en el banco y en su garaje.
Pero
“El éxito no siempre tiene que ver con lo que mucha gente ordinariamente se
imagina… No se debe a las dimensiones de tu casa, a cuántos carros caben en tu cochera
o si éstos son último modelo…se debe a cuánta gente te sonríe, a cuánta gente
amas y cuántas admiran tu sinceridad y tu sencillez… Se trata de si te
recuerdan cuando te vas… Se refiere a cuánta gente ayudas, a cuánta evitas
dañar…Es acerca de tu inclusión con los otros, no de tu control sobre los
demás… si fuiste egoísta o generoso… Se trata de tu conciencia tranquila, tu
dignidad invicta y tu deseo de ser más, no de tener más…”. Tal vez esta sea una
manera muy idealista o romántica de ver al éxito, pero muchos estamos de
acuerdo con esto que se puede leer en el blog mensajespositivos.net.
Para
no pasar por contradictorios o resentidos, vamos a admitir que los individuos a
quienes sonrió la fortuna, sin tener una preparación académica, son personas de
éxito, porque hay que reconocer que el éxito casi siempre requiere de
sacrificio, y muchos de ellos se sacrificaron y fueron perseverantes. Ah, y se
enfrascaron en conocer a fondo la actividad en la que triunfaron.
Pero
si ellos son hombres de éxito ¿entonces qué son aquéllos que han llegado a
tener una profesión, después de rebanarse los sesos en un salón de clase y en
su habitación? Aquéllos que no
defraudaron a su familia ni a su país. En fin, aquellos que se trazaron una
meta y lo alcanzaron después de prepararse concienzudamente.
¿Serán
éstos los grandes fracasados de un país porque no tienen varias casas y carros
del año? ¿Serán éstos los grandes conformistas porque persisten con la pluma o
la computadora? ¿O acaso son éstos los que realmente han alcanzado el éxito
porque, venciendo mil obstáculos, se superaron?
¿Porque colmaron todas las expectativas del país y de sus padres que
invirtieron en su educación?
¿Está
el éxito en lo económico o en la educación? Vamos a admitir que también está en
lo económico, pero sin dejar de subrayar que el más grande de los éxitos está
en la educación. Así lo creemos los que sabemos lo fácil que es, a veces, hacer
dinero y lo difícil que es mantener los
ojos abiertos en los claustros universitarios cuando, durante el día, se
trabaja a brazos partidos y por las noches se estudia. Así lo creemos los que
estamos convencidos de que sólo la educación puede darnos una mejor calidad de
vida y una visión más amplia de las cosas; los que reconocemos el poder que tiene el dinero, pero que a
pesar de ello, no nos dejamos someter
por él ni cautivar por su brillo o su sonido metálico.
Y
aquí viene otra pregunta: ¿Y dónde radica el éxito de la educación? ¿En
llenarnos de conocimientos para sobresalir como lumbreras o para vivir bien a
costa del trabajo de los demás? ¿En
ser un ejemplo de persona respetuosa?
¿En tener presente que “lo cortés no quita lo valiente” o en saludar, con una
sonrisa de oreja a oreja, a todos los que se cruzan en nuestro camino, aunque
muchos de ellos no sean ángeles de nuestra devoción? ¿En no dejarnos engañar
por falsos sabios o tantos políticos improvisados y corruptos que dirigen los
destinos de los países? ¿En encontrar los mejores empleos y percibir los
salarios más altos? ¿En conocer los componentes del átomo y fabricar bombas?
No. Creemos que el éxito de la educación está “en transformar mediante una
dialéctica al ser humano”, tal como lo dice la pedagoga y abogada ecuatoriana
Juana Jesús Ochoa Soledispa, quien
agrega sabiamente: “Ésto implica autoestima, valoración personal,
respeto por su patrimonio, identidad cultural y que sean capaces de cambiar la
realidad en la que viven”.
Y no quiero
poner punto final a este pequeño libro, sin antes dejar bien en claro el porqué
de mi fe ciega en la educación. Nuestros días sobre la Tierra serán iguales o
peores que los de muchos de nuestros antecesores que no tuvieron una buena preparación
académica sino hacemos un esfuerzo para que sean diferentes y mejores. Y la
manera más eficaz para que esto sea posible es estudiando, estudiando… muy
fácil de decirlo, pero bastante duro para llevarlo a cabo, porque educarse
requiere de tiempo, sacrificios y medios económicos, pero vale la pena todo lo
que se haga e invierta para superarnos porque sólo así tendremos más caminos
que escoger, más alternativas para triunfar y menos posibilidades de ser
víctimas de las injusticias, la marginación y la pobreza. (Del libro “La educación y los hispanos en los Estados
Unidos de América” que está siendo materia de estudio en la Universidad Bayamón
de Puerto Rico. Fue escrito en el 2008 y publicado en el 2010 por ediciones SOL
& NIEBLA)
No hay comentarios:
Publicar un comentario