sábado, 14 de abril de 2012

¿SON EXITOSOS SÓLO LOS QUE MÁS DINERO TIENEN?

                                  
    HÉCTOR ROSAS PADILLA (Cañete, 1951). Estudió periodismo en la Universidad de San Marcos de Lima. Es autor del poemario CUADERNO DE SAN FRANCISCO (2009), y del libro de ensayos LA EDUCACIÓN Y LOS HISPANOS EN LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA (2010). Escribe para revistas de California y otros países. Ha obtenido importantes premios en las áreas de la poesía y la fotografía. Figura en varias antologías poéticas mundiales.
Es miembro del comité editorial de la revista literaria peruana SOL & NIEBLA que dirige el poeta Juan Carlos Lázaro. Actualmente radica en California.



  
    
                     



                           

                            ¿SON EXITOSOS SÓLO LOS QUE MÁS DINERO TIENEN?

                                                     Por: Héctor Rosas Padilla

                             (Periodista y escritor peruano)

“Los estudios son la llave del éxito”. Esto es lo que empezamos a escuchar desde que teníamos uso de razón. Nuestros padres y maestros nos lo repitieron tanto que esta frase se convirtió en un disco rayado. Y cuando no lo escuchábamos de boca de ellos, lo leíamos en algunos textos de lectura o nos lo decían aquéllos que podían lucir su título profesional en las paredes de sus oficinas alfombradas.

Impulsados por ese dicho, algunos tratamos de ser los mejores en la escuela y, después, en la universidad. Y nos graduamos convencidos que “los estudios son la llave del éxito”.

Pero el tiempo nos ha hecho ver que no todos los que obtienen un título profesional, en nuestros países, llegan por una u otra razón, a ejercer su profesión. Y a no todos los que ejercen su profesión les sonreirá la fortuna.

Son pocos los que, honesta o deshonestamente, conocerán la abundancia o llevarán una vida sin apremios económicos. Y son contados, en nuestra sociedad, los que recibirán el calificativo de “hombres de éxito”. Esto dependerá mayormente del volumen de dinero que lleguen a acumular y no del volumen de conocimientos que lleguen a tener.

 Primera pregunta: ¿Los estudios son o no la llave del éxito? Más de uno ha dicho que “los estudios no son la puerta del éxito”. Por ejemplo, el español Salomón Aguado, ganador en el 2001 del Primer Premio Nacional  Fin de Carrera al Mejor Expediente Académico. “Sin embargo, sin estudios las puertas no se abren fácilmente”, remarca en su blog Educadores 21 el profesor español Víctor Cuevas. “¿Contradicción?  En absoluto, los estudios son una condición necesaria pero no suficiente. Se necesitan habilidades personales, inteligencia emocional, capacidad de sufrimiento, perseverancia y, quizás, suerte. Una suerte que tienes que forjarte para poder estar en el sitio oportuno en el momento oportuno”, manifiesta.

  Como podemos ver, los estudios no lo son todo para triunfar, pero son necesarios, muy necesarios en estos tiempos, como la espada para el guerrero, para defenderse en el caso de ser atacado o para movilizarse con más tranquilidad en las zonas de peligro, o para no ser presa fácil del enemigo. “Generalizar la promesa de la educación en nuestro país es una de las necesidades más apremiantes, ya que en la economía mundial, en la que la destreza más valiosa que se puede comercializar es el conocimiento de los individuos, una óptima educación no es ya una manera de encaminarse hacia la oportunidad, sino el requisito fundamental para que éste se materialice”, ha manifestado el Presidente Obama.

 Definitivamente, con los estudios hay más posibilidades de progresar  y de alcanzar el éxito de una manera más eficaz. Por eso, no tomemos muy en serio a Soichiro Honda cuando dice: “Un diploma es menos útil que una entrada de cine. Con una entrada de cine uno puede al menos entrar en la sala de cine y pasar una buena velada; pero con un diploma, no se está muy seguro de poder entrar en la vida”.

Segunda pregunta: ¿Está el éxito necesariamente en lo económico? Al parecer eso es lo que creen aquéllos que le dan poco o ningún valor a la educación, como Soichiro Honda, por ejemplo. Aquéllos que piensan que el dinero lo es todo en la vida, que  es la mejor tarjeta de presentación, que nada o muy poco se puede hacer sin él  y que con dinero se puede comprar conciencias y votos, y también títulos profesionales.

¿Por qué se piensa que el éxito lo da el dinero? La respuesta es muy sencilla: Porque eso es lo que se escucha en nuestras sociedades tan metalizadas que  el culto más generalizado es al dinero.  Porque eso es lo que hacen ver  los medios de comunicación, al poner como modelos de personas exitosas, entre otros, a magnates, artistas y deportistas que ganan lo que muchos profesionales jamás podrán  acumular en toda su vida. También porque eso es lo que trata de grabarnos en la mente esta sociedad en la cual todo gira alrededor del dinero, en la cual se da un valor al individuo de acuerdo a lo que tiene en el banco y en su garaje.

Pero “El éxito no siempre tiene que ver con lo que mucha gente ordinariamente se imagina… No se debe a las dimensiones de tu casa, a cuántos carros caben en tu cochera o si éstos son último modelo…se debe a cuánta gente te sonríe, a cuánta gente amas y cuántas admiran tu sinceridad y tu sencillez… Se trata de si te recuerdan cuando te vas… Se refiere a cuánta gente ayudas, a cuánta evitas dañar…Es acerca de tu inclusión con los otros, no de tu control sobre los demás… si fuiste egoísta o generoso… Se trata de tu conciencia tranquila, tu dignidad invicta y tu deseo de ser más, no de tener más…”. Tal vez esta sea una manera muy idealista o romántica de ver al éxito, pero muchos estamos de acuerdo con esto que se puede leer en el blog mensajespositivos.net.

Para no pasar por contradictorios o resentidos, vamos a admitir que los individuos a quienes sonrió la fortuna, sin tener una preparación académica, son personas de éxito, porque hay que reconocer que el éxito casi siempre requiere de sacrificio, y muchos de ellos se sacrificaron y fueron perseverantes. Ah, y se enfrascaron en conocer a fondo la actividad en la que triunfaron.

Pero si ellos son hombres de éxito ¿entonces qué son aquéllos que han llegado a tener una profesión, después de rebanarse los sesos en un salón de clase y en su habitación?  Aquéllos que no defraudaron a su familia ni a su país. En fin, aquellos que se trazaron una meta y lo alcanzaron después de prepararse concienzudamente.

¿Serán éstos los grandes fracasados de un país porque no tienen varias casas y carros del año? ¿Serán éstos los grandes conformistas porque persisten con la pluma o la computadora? ¿O acaso son éstos los que realmente han alcanzado el éxito porque, venciendo mil obstáculos, se superaron?  ¿Porque colmaron todas las expectativas del país y de sus padres que invirtieron en su educación?

¿Está el éxito en lo económico o en la educación? Vamos a admitir que también está en lo económico, pero sin dejar de subrayar que el más grande de los éxitos está en la educación. Así lo creemos los que sabemos lo fácil que es, a veces, hacer dinero  y lo difícil que es mantener los ojos abiertos en los claustros universitarios cuando, durante el día, se trabaja a brazos partidos y por las noches se estudia. Así lo creemos los que estamos convencidos de que sólo la educación puede darnos una mejor calidad de vida y una visión más amplia de las cosas; los que reconocemos  el poder que tiene el dinero, pero que a pesar de ello,  no nos dejamos someter por él ni cautivar por su brillo o su sonido metálico.

Y aquí viene otra pregunta: ¿Y dónde radica el éxito de la educación? ¿En llenarnos de conocimientos para sobresalir como lumbreras o para vivir bien a costa del trabajo de los demás?  ¿En ser  un ejemplo de persona respetuosa? ¿En tener presente que “lo cortés no quita lo valiente” o en saludar, con una sonrisa de oreja a oreja, a todos los que se cruzan en nuestro camino, aunque muchos de ellos no sean ángeles de nuestra devoción? ¿En no dejarnos engañar por falsos sabios o tantos políticos improvisados y corruptos que dirigen los destinos de los países? ¿En encontrar los mejores empleos y percibir los salarios más altos? ¿En conocer los componentes del átomo y fabricar bombas? No. Creemos que el éxito de la educación está “en transformar mediante una dialéctica al ser humano”, tal como lo dice la pedagoga y abogada ecuatoriana Juana Jesús Ochoa Soledispa, quien  agrega sabiamente: “Ésto implica autoestima, valoración personal, respeto por su patrimonio, identidad cultural y que sean capaces de cambiar la realidad en la que viven”.

Y no quiero poner punto final a este pequeño libro, sin antes dejar bien en claro el porqué de mi fe ciega en la educación. Nuestros días sobre la Tierra serán iguales o peores que los de muchos de nuestros antecesores que no tuvieron una buena preparación académica sino hacemos un esfuerzo para que sean diferentes y mejores. Y la manera más eficaz para que esto sea posible es estudiando, estudiando… muy fácil de decirlo, pero bastante duro para llevarlo a cabo, porque educarse requiere de tiempo, sacrificios y medios económicos, pero vale la pena todo lo que se haga e invierta para superarnos porque sólo así tendremos más caminos que escoger, más alternativas para triunfar y menos posibilidades de ser víctimas de las injusticias, la marginación y la pobreza. (Del libro  “La educación y los hispanos en los Estados Unidos de América” que está siendo materia de estudio en la Universidad Bayamón de Puerto Rico. Fue escrito en el 2008 y publicado en el 2010 por ediciones SOL & NIEBLA)

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