Tengo miedo de Lima de su Palacio de la Injusticia de sus ratas
fungiendo de políticos y fiscales
de su miseria ganando terreno como la podredumbre
y de la podredumbre hablando de probidad y sacrificio y moral
en los burdeles embanderados
Miedo de los arenales sin policías y de los policías borrachos
que en nombre de la ley se cagan
dos veces en la ley
Miedo de los niños de nadie
convertidos en pececillos malditos
de los ambulantes que ofrecen desde mortajas a la medida
hasta los versos agrios que aún no han salido
del paladar de los poetas
Tengo miedo de ser arrastrado por los ríos de lágrimas negras
y alcohol y esputos ensangrentados
que corren arrolladores por los cerros
sin pulmones y sin un Cristo que transforme
el agua contaminada en Inca kola
o los guijarros en tubérculos
Tengo miedo mucho miedo de Lima
Miedo de sus microbuses siempre al filo del abismo
Miedo de volver al jardin sin magnolias ni pájaros
Sin embargo cuánto no daría por dar un par de vueltas
por su jirones como una sombra furtiva
en busca de unos choclos sonrientes
de un triste de guitarra
o de un emoliente
HÉCTOR ROSAS PADILLA
fungiendo de políticos y fiscales
de su miseria ganando terreno como la podredumbre
y de la podredumbre hablando de probidad y sacrificio y moral
en los burdeles embanderados
Miedo de los arenales sin policías y de los policías borrachos
que en nombre de la ley se cagan
dos veces en la ley
Miedo de los niños de nadie
convertidos en pececillos malditos
de los ambulantes que ofrecen desde mortajas a la medida
hasta los versos agrios que aún no han salido
del paladar de los poetas
Tengo miedo de ser arrastrado por los ríos de lágrimas negras
y alcohol y esputos ensangrentados
que corren arrolladores por los cerros
sin pulmones y sin un Cristo que transforme
el agua contaminada en Inca kola
o los guijarros en tubérculos
Tengo miedo mucho miedo de Lima
Miedo de sus microbuses siempre al filo del abismo
Miedo de volver al jardin sin magnolias ni pájaros
Sin embargo cuánto no daría por dar un par de vueltas
por su jirones como una sombra furtiva
en busca de unos choclos sonrientes
de un triste de guitarra
o de un emoliente
HÉCTOR ROSAS PADILLA
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