Por:
Héctor Rosas Padilla
(escritor peruano)Éste es un dato cruel y sorprendente. Indica que el principal problema de los niños en la famosa era de la globalización y en las ciudades ricas, es la soledad, ese “estado del que vive lejos del mundo”, de acuerdo al diccionario. O –¿por qué no decirlo?– “ese estado del que vive también lejos de sus padres”.
Este problema comienza a preocupar a
medio mundo.
Leamos lo que dice
al respecto el periodista y escritor español Raúl Gonzáles Zorrilla: “Profesores,
pedagogos, psicólogos y sociólogos comienzan a dibujar el que es ya uno de los
grandes problemas de la infancia: la soledad de los niños. No nos están
hablando de niños desamparados, abandonados, mal nutridos o desatendidos sino
que están haciendo referencia a un tipo de pequeños que se pasan los días en el
colegio y que, al regresar a casa, no sienten la atención, el interés, la
compañía, la presencia y la vigilancia de los padres. El hogar para estos niños
y niñas es un territorio inhóspito, cómodo, opulento y dotado de todo lo que necesitan,
pero donde les resulta difícil, por no decir imposible, hallar la complicidad
de los progenitores, encontrar tiempo para ser escuchados, ganarse la atención
de los mayores o lograr que éstos muestren interés por sus anhelos,
preocupaciones, esperanzas y problemas”.
O
sea que esta enfermedad que atacaba mayormente a los ancianos, ahora también se
ensaña con nuestros muchachos, lo cual tenía que ocurrir tarde o temprano,
porque el modo de vida en la sociedad americana, como en todas las ciudades
ricas del mundo, promueve especialmente la soledad.
Pero no esperábamos que la soledad
se presentara en lo jóvenes de forma tan acentuada y devastadora, pues las
secuelas, en quienes la padecen y en el medio donde se mueven, son crueles:
Suicidios y asesinatos que pasman al mundo por su peculiaridad. Recuerdo un
verso de Milton: “La soledad es lo primero que el ojo de Dios declaró no
bueno”.
Este problema es tan serio como el
de la gordura. Lo que sucede es que no se habla tanto de él en los medios de
comunicación porque no está a la vista como la obesidad. O como el del consumo
de estupefacientes y de la deserción escolar.
Pero ahí está la terrible soledad, atacando a
los jóvenes de todas las razas y clases sociales, pues no discrimina. Y nada se
está haciendo para desterrarla de la vida de la juventud.
¿A quién culpar de
este problema que preocupa en alto grado a los sicólogos? ¿A los mismos niños
por dejarse vencer por la soledad? ¿O acaso por creárselo?
A saber: los muchachos
no se inventan “ese estado del que viven
lejos del mundo”. Son otros los factores que los fuerzan a convivir con algo
que aborrecen: La soledad.
Todos hemos pasado
por esa edad y recordamos que lo que menos nos gustaba era el encierro. Lo
odiábamos. Amábamos y buscábamos entonces el mundanal ruido. Las esquinas y los
amigos eran nuestro mundo.
En nuestra sociedad, los niños no se quedan
solos en sus casas porque les agrade ese ambiente o porque quieran llevar una
vida de ermitaños. Es porque no tienen otra alternativa, ya que sus padres, así
sean de escasos o buenos recursos económicos, no disponen de tiempo para
compartir con ellos. Están totalmente entregados al trabajo. Algunos apenas se
ven en el hogar con sus hijos durante una o dos horas al día. Otros, ni
siquiera por un minuto, puesto que salen de la casa cuando los niños se
levantan, y regresan cuando ellos ya duermen.
“Los padres no
toman verdadera conciencia de la gravedad de la situación, es una aberración no
compartir con tu hijo ni un minuto durante todo el día, muchos padres creen que
con tenerlos bien alimentados es suficiente…”,
manifiesta la licenciada argentina Marcela Cortés, quien tiene un
postgrado en Clínica Psicoanalítica de niños y adolescentes.
Es tal el grado de
abandono de los muchachos que muchos de
ellos optan por buscar la compañía de los personajes (de sangre fría e
imaginación enfermiza) de las series televisivas. O de visitar, cada cinco
minutos, la cocina, y atragantarse con toda la basura que hay en la
refrigeradora. O de encerrase en sus cuartos y consumir drogas. “La obesidad,
depresión y adicciones son problemas que se derivan de la soledad”, piensa la
licenciada Marcela Cortés.
Otros se refugian en sus garajes y preparan armas
mortíferas, como lo hicieron los dos jóvenes estudiantes que cometieron una
masacre en un colegio de Columbine.
Acerca de la
violencia en los jóvenes, el autor W. A. Sadler sostiene: “Las investigaciones
adicionales confirmarán esta conclusión tentativa: las personas muy solitarias,
que se enojan en lugar de deprimirse, tendrán la tendencia a expresar la
frustración de su soledad en formas destructivas. No creo que sea una mera
coincidencia el que estamos viendo un aumento sin paralelos de violencia a la
vez que la soledad se ha difundido tanto y es tan intensa”.
En conclusión, los
padres modernos, ya sea por su precaria situación económica o por querer
triplicar sus ingresos, se han convertido en seres extraños para los muchachos
que engendraron. Al parecer, el trabajo es ahora la razón de ser de su
existencia. Y, aparte del trabajo, las actividades sociales o las reuniones en
sus iglesias tienen más importancia para ellos que la salud mental y emocional
de los jóvenes. Han olvidado por completo que primero se debe ser padre y
madre, y después empresario, feligrés, doctor o jardinero.
“Considero –opina
el investigador Michael L. Commons en el The
Harvard University Gazette– que el castigo y el abandono no son una buena
manera de formar personas afectuosas, empáticas e independientes”. (Del libro “La
educación y los hispanos en los Estados Unidos de América”, escrito en el 2008,
y corregido y publicado en el 2010 por Ediciones SOL & NIEBLA).
HÉCTOR ROSAS PADILLA
(Cañete, 1951). Estudió periodismo en la Universidad de San Marcos de Lima. Es
autor del poemario CUADERNO DE SAN FRANCISCO (2009), y del libro de ensayos LA
EDUCACIÓN Y LOS HISPANOS EN LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA (2010). Escribe para
revistas de California y otros países. Ha obtenido importantes premios en las
áreas de la poesía y la fotografía. Figura en varias antologías poéticas
mundiales.
Es miembro del comité editorial de la revista literaria peruana SOL & NIEBLA que dirige el poeta Juan Carlos Lázaro. Actualmente radica en California.
Es miembro del comité editorial de la revista literaria peruana SOL & NIEBLA que dirige el poeta Juan Carlos Lázaro. Actualmente radica en California.
No hay comentarios:
Publicar un comentario